sábado, 14 de septiembre de 2013

Amartya Sean y su crítica al boom económico de la India.

Amartya Sen: "El desarrollo de la India es anormal"

El Nobel de Economía indio duda del boom que vive su país. Dice que hasta los "vecinos" pobres de Asia crecieron más y mejor, y que el hambre está arruinando la vida de millones de compatriotas.

POR MADELEINE BUNTING
La mitad de los indios no tienen baño. Es una de las numerosas deficiencias gigantescas que llevaron al académico ganador del premio Nobel Amartya Sean a escribir una crítica devastadora del boom económico en la India.
Las rosas en la ventana de los jardines inmaculados de Trinity College, Cambridge, están en flor y Amartya Sen está cómodamente instalado en un sillón color crema frente a una estantería con sus escritos prolijamente catalogados. Tiene sobrados motivos de satisfacción al acercarse a sus 80 años (nació el 3 de noviembre de 1933). Pocos intelectuales han podido combinar el respeto académico y una influencia comparable sobre la política global. Pocos han reunido una cosecha tan amplia de honores: además de su premio Nobel y más de 100 doctorados honoris causa, el año pasado se convirtió en el primer ciudadano no estadounidense que recibió la Medalla Nacional de las Humanidades.
Pero Sen no exhibe ninguna satisfacción. Exhibe una indignación expresada en los términos más razonables que puede haber. Lo que quiere saber es adónde van a defecar más de 600 millones de indios.
“La mitad de los indios no tienen baño. En Delhi, cuando se construye un nuevo edificio de departamentos hay montones de requisitos de planeamiento pero ninguno referido a que el personal de servicio tenga baños. Es una combinación de discriminación de clase, de casta y de género. Es absolutamente escandaloso. Los pobres deben utilizar su ingenio y para las mujeres eso significa poder orinar solamente después del atardecer con todos los problemas de seguridad que eso trae aparejados”, dice Sen, agregando que Bangladesh es mucho más pobre que India y sin embargo solamente 8% de la población no tiene acceso a un baño. “Tiene que ver con el desarrollo anormal de India”. Pese a la comodidad y el prestigio que lo rodean en el Reino Unido y EE.UU. –enseña en Harvard– no ha olvidado la situación apremiante de los pobres en la India, de la que fue testigo de niño en medio de la hambruna de 1943 en Bengala. Su nuevo libro, An Uncertain Glory , coescrito con su colega desde hace muchos años Jean Dreze, es una crítica discretamente severa del boom en la India.
La cifra que vuelve, recurrente –de manera impactante– es 50%. Cincuenta por ciento de los niños experimentan un retraso en el crecimiento, en su gran mayoría debido a la desnutrición. Cincuenta por ciento de las mujeres tienen anemia por la misma razón. En un sondeo, no hay pruebas de ninguna actividad docente en el 50% de las escuelas en siete grandes provincias del norte, lo cual explica la terrible ausencia de logros académicos.
Pese al considerable crecimiento económico y a la creciente confianza del país en sí mismo como actor global importante, India es hoy en día una zona de desastre donde millones de vidas se ven arruinadas por el hambre y por una lamentable inversión en servicios de salud y educación. Sen y Dreze lo resumen como: bolsones de California en plena Africa Subsahariana.

Vecinos y rivales
Los detalles son atroces pero los contornos de esta historia son conocidos y Sen y Dreze están perdiendo la paciencia (han colaborado en varios libros anteriores) y por eso su último capítulo se titula La necesidad de impaciencia . Quieren atención, sobre todo de la amplia franja de las clases medias indias que parecen indiferentes a las vidas desgraciadas de sus vecinos. De ahí que hayan apuntado su crítica al amor propio nacional de la India trazando comparaciones desfavorables, primero con China, el gran rival, pero de manera más bochornosa, con una sucesión de vecinos del sur de Asia.
“Hay motivos para que la India se sienta avergonzada. Junto con el éxito, ha habido fracasos enormes”, dice Sen. Está expresando esta crítica en voz bien alta y clara en los medios a ambos lados del Atlántico anticipándose al lanzamiento del libro en la India. “la India parará la oreja al oír las comparaciones con la China, pero la comparación no es solamente táctica. China invirtió en una expansión generalizada de la educación y la salud en los años 1970 o sea que para 1979, la expectativa de vida era de 68 años mientras que en India era de sólo 54 años”.
El argumento de Sen y Dreze es que estas inversiones sociales inmensas resultaron fundamentales para sostener el impresionante crecimiento económico de China. Sin bases comparables, el muy elogiado crecimiento económico de la India es deficiente. Sostienen, además, que la preocupación avasallante de la India por el crecimiento económico no tiene ninguna lógica si no se reconoce que el desarrollo humano depende de cómo se utiliza y distribuye esa riqueza. Cuál es el objetivo de un modelo de desarrollo que produce centros comerciales de lujo en vez de sistemas sanitarios que garanticen millones de vidas saludables, se preguntan Dreze y Sen, acusando a la India de una “opulencia arbitraria”. La India está atrapada en la paradoja absurda de que la gente tiene teléfonos móviles pero no baños.
Más fuerte todavía es la comparación con Bangladesh. “Esperamos que los diseñadores de las políticas públicas de India se sientan avergonzados por la comparación con Bangladesh. En un rango de indicadores de desarrollo como la expectativa de vida, la inmunización infantil y la mortalidad infantil, Bangladesh aventajó a India pese a ser más pobre”.
Lo que da contundencia a esta comparación es que Bangladesh abordó la posición de las mujeres no sólo a través de la política gubernamental sino también a través del trabajo de organizaciones no gubernamentales como BRAC y el Banco Grameen. De esa forma, ha habido éxitos sorprendentes, dice Sen, como una fuerte caída de la tasa de fertilidad y ahora las chicas superan a los varones en la educación. Todo esto se logró pese a tener la mitad del ingreso per cápita de India.
Otros vecinos pobres como Nepal han dado grandes pasos, en tanto hasta Sri Lanka se ha mantenido muy por delante de India en indicadores clave pese a una amarga guerra civil durante gran parte de los últimos 30 años. Dreze y Sen llegan en su libro a la conclusión de que India presenta “algunos de los peores indicadores de desarrollo humano del mundo” y se ubica entre los 15 países del segmento inferior, junto con Afganistán, Yemen y Pakistán. Siete de las provincias más pobres de India representan la mayor concentración de carencia en el planeta.
Después de semejante tormenta de datos y cifras –y hay montones– el lector podría sucumbir a la desesperanza, pero sucede todo lo contrario. El libro se refiere a lo que India podría –y debería– hacer. Kerala, Tamil Nadu e Himachal Pradesh son tomados como buenos ejemplos que ilustran de qué manera las inversiones de los Sesentas hasta los Ochentas han dado dividendos en crecimiento económico. Lo que atrasa a India no es la falta de recursos sino la falta de políticas de visión clara a largo plazo y la voluntad política de implementarlas. Sen (que sigue siendo ciudadano indio) es optimista y señala la movilización política que tuvo lugar luego de la violación de una joven estudiante en un autobús en Delhi en diciembre pasado, que llevó a la rápida adopción de nuevas medidas para combatir la violencia contra las mujeres. Sacudir las conciencias de las clases medias indias es posible y a continuación vendrá la acción política.
Pero confiesa su “asombro intelectual” ante al hecho de que no sea mayor el número de personas que ven que un crecimiento económico sin inversión en desarrollo humano es insostenible –y falto de ética. Lo que recorre el libro es una profunda fe en la razón humana, cuyas raíces remonta a la larga tradición argumentativa de India. Si pueden aportarse suficientes pruebas y un análisis cuidadoso sobre este tema, se puede ganar la discusión, y esta fe lo ha sostenido en los más de cinco decenios que lleva escribiendo sobre desarrollo humano. Precisamente, su trabajo fue el que llevó al desarrollo del muy citado Indice de Desarrollo Humano de la ONU.
Ha sido ciertamente influyente, pero reconoce que todavía no ganó la discusión. Para su gran desolación, hay montones de ejemplos donde la gente parece decidida a ignorar el tipo de pruebas que se acumulan; al pasar, pregunta: “¿Cómo puede alguien creer que la austeridad con niveles altos de desempleo es una política inteligente para el Reino Unido?” Comenta risueñamente que sus colegas le dicen que su pensamiento no ha evolucionado demasiado, pero él rechaza la idea de sentirse frustrado. Lo único que admite, sorprendentemente, es que le habría gustado que otro escribiera este libro sobre la India. “Hay una serie de problemas en filosofía que preferiría haber abordado –como los problemas relativos a la objetividad. Pero este libro tenía que ser escrito. Quiero que se escuchen estos temas”.
Dice que el Premio Nobel y la Medalla Nacional de Obama quizá sean “exagerados” pero le dan una plataforma y la usa sin ninguna vergüenza –concediendo tiempo para entrevistas a los medios y viajes por el mundo para dar charlas. Eso le ha significado hacer concesiones respecto de proyectos intelectuales que le habría gustado llevar adelante, pero la vida ha estado llena de concesiones desde que sobrevivió por un pelo al cáncer cuando tenía 18 años: por esa razón hay una serie de alimentos que no puede comer.

Intelectual activo
Es un académico fuera de serie en todos los sentidos –miembro de los cuerpos docentes de filosofía y economía en Harvard– y está ayudando a desarrollar un nuevo curso sobre matemática supervisando a la vez doctorados en derecho y salud pública. Tiene muchos planes de escribir varios libros más y ninguno de bajar el ritmo. El dominio de múltiples disciplinas académicas es de por sí poco frecuente pero lo realmente asombroso es la obstinada preocupación ética que recorre todo su trabajo. Esa erudición en ningún momento es utilizada para intimidar; siempre es el profesor.
Hay quienes afirman que Sen es el último heredero de una distinguida tradición intelectual bengalí que debe tanto a los poetas como a los científicos, los políticos y los filósofos. Sen es el verdadero continuador de Rabindranath Tagore, el gran poeta y pensador de las primeras décadas del siglo XX. Amigo de la familia, fue quien eligió el nombre de Sen; la única foto en el estudio de Sen en Cambridge es la de un sorprendente Tagore con su fluida barba blanca.
Hay, sin embargo, una cuestión en la que ahora se separa de Tagore, admite Sen, quien cita en cambio a Kazi Nazrul Islam, el otro gran poeta de Bengala que se convirtió en una figura emblemática para el país de Bangladesh. Tagore era demasiado paciente; Nazrul era un rebelde que impulsaba a la acción. Y repite una cita que usa en su libro: “La paciencia es una forma menor de la desesperación, disfrazada de virtud”. Quiere cambiar y eso significa que está a punto de embarcarse en una gira difícil por ciudades indias para promocionar el libro. Los médicos le han dicho que si baja el ritmo será irrevocable, por eso está decidido a no hacerlo. Retirarse no es una opción.
© The Guardian Traduccion de Cristina Sardoy

 Fuente: Revista Ñ (Argentina). 09 de septiembre del 2013.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Del modelo keynesiano del New Deal a la abolición de la Ley Glass-Steagall en 1999.


Un intento de comprender el dilema económico

Me asombra la decisión de Obama de colocar siempre la ayuda financiera a Wall Street por delante del ejemplo keynesiano del New Deal.


Por: Gabriel Jackson (Historiador norteamericano)

Si nos atenemos a criterios de libertad política, oportunidades educativas y de trabajo, la mejora de la sanidad y la variedad de las actividades de ocio, el periodo entre 1945 y 1990 fue seguramente el mejor de la historia para Europa occidental, Escandinavia, los países de habla inglesa, Japón y un puñado de países asiáticos más pequeños. Además, el recuerdo reciente de las atrocidades cometidas por nazis y japoneses en la guerra, los bombardeos masivos angloamericanos sobre las ciudades alemanas y los desplazamientos de masas de poblaciones civiles desarmadas a manos de los alemanes y los soviéticos generó un poderoso sentimiento de que jamás debía volver a producirse un comportamiento de ese tipo. Después de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, tanto los dirigentes conservadores como los liberales y los socialistas pensaron que era no solo posible sino necesario proporcionar una vida con condiciones económicas decentes y una situación de paz y justicia social.
Por otra parte, en 1945 preocupaba mucho en Europa y Norteamérica el posible papel que iba a desempeñar la Unión Soviética. Los comunistas occidentales y sus compañeros de viaje creían en las afirmaciones soviéticas oficiales de que estaban desarrollando una sociedad “sin clases”, que ofrecía más oportunidades educativas y económicas al conjunto de la población que cualquiera de las sociedades de Occidente, democráticas en lo político pero capitalistas en lo económico. Muchos no comunistas estaban muy agradecidos por la contribución soviética a la derrota de los nazis, pero el Telón de Acero y la estricta censura de las publicaciones en todos los países gobernados por comunistas impedía que los occidentales supieran de verdad cómo era la vida en la Rusia soviética y sus satélites del este de Europa.
Hasta 1980, aproximadamente, los ciudadanos corrientes de Europa occidental y Norteamérica podían sentir un optimismo razonable sobre su nivel de vida, su sanidad y la educación básica y las perspectivas de trabajo de sus hijos. Sin embargo, en las tres décadas siguientes, el fenómeno conocido como “globalización” redujo en gran medida sus oportunidades profesionales. Las máquinas ya estaban sustituyendo a las personas en las fábricas, y los salarios eran más bajos en la mayor parte de Asia, África y Latinoamérica. ¿Por qué una persona no iba a establecer su empresa en un país en el que los costes laborales eran muy inferiores a los de Europa y Estados Unidos? Después de milenios de guerras tribales, religiosas, étnicas y nacionalistas, empezaba a desarrollarse la diversidad y el internacionalismo cultural. Y, al mismo tiempo, la expansión de una economía internacional liberó a los inversores y los directivos empresariales de tener que sentir cualquier responsabilidad personal por las vidas de unos empleados que no eran conciudadanos suyos ni vivían cerca de ellos.
En Estados Unidos, la globalización también hacía más fácil eludir las reglas instauradas por el New Deal para evitar pérdidas en la banca y el mercado de valores tan inmensas como las sufridas en la Gran Depresión de los años treinta. La más importante de esas leyes, aprobada en 1933, era la ley Glass-Steagall (así llamada por los congresistas que la patrocinaron). En 1933, en Estados Unidos, los bancos podían dividirse en dos grandes categorías. Los bancos comerciales, incluidas las sociedades de ahorros y préstamos y las cooperativas de crédito, tenían sobre todo una actividad local. En ellos estaban depositados los ahorros de las familias y las pequeñas y medianas empresas, y prestaban cantidades moderadas de dinero para atender las necesidades del negocio, hacer obras en una vivienda, cubrir los gastos de los Gobiernos locales y servicios públicos. Los banqueros y sus clientes se juntaban en los campos de golf y en diversas celebraciones anuales de sus comunidades. Servían al ciudadano normal.
Los bancos de inversiones, concentrados en Wall Street, atendían a las necesidades de las grandes empresas y los ricos que participaban en proyectos nacionales e internacionales. A mediados del siglo XX, sus inversiones estaban vinculadas a las de bancos extranjeros, y tenían mucho menos contacto personal con sus colegas que los empleados de los bancos comerciales que trabajaban en el ámbito local. Durante la segunda mitad del siglo, sus actividades se fueron haciendo cada vez más impersonales hasta llevarse a cabo por internet, en vez del campo de golf, con sumas mucho mayores de dinero en distintas divisas y con los cálculos de créditos y deudas a cargo de ordenadores, en vez de empleados.
En 1933, los banqueros y asesores de inversiones más inteligentes y responsables eran conscientes de que las tareas de los bancos de inversiones eran muy diferentes de las de los bancos comerciales, y los intereses de estos últimos podían ser muy distintos de los de los primeros. Una forma de proteger a las familias y las empresas locales de las posibles repercusiones de acuerdos internacionales peligrosos era separar los bancos de inversiones de los comerciales. La Ley Glass-Steagall consagró esa protección de la banca local tradicional frente a las inversiones que podían tener alto rendimiento (si salían bien) pero eran muy arriesgadas.
Por motivos que, francamente, me dejan perplejo, los principales asesores económicos designados por el recién elegido presidente Obama en 2008 fueron hombres que en 1999 trabajaron para que se aboliera la Ley Glass-Steagall. La abolición permitió que los bancos, sin pedir la opinión a sus clientes, incluyeran parte o todos los ahorros depositados en inversiones más arriesgadas. La terrible crisis financiera de los años 2007-2008, que obligó a los contribuyentes a rescatar, a su pesar, a varios grandes bancos, fue consecuencia directa de esas operaciones arriesgadas, y fracasadas, sin haber consultado antes a los dueños de millones de cuentas de ahorros y préstamos a negocios.
La crisis de 2007-2008, por supuesto, afectó a Europa tanto como a Estados Unidos. Todo el mundo del capitalismo democrático sufrió los estragos causados por una combinación de quiebras de grandes compañías, pequeñas empresas y bancos, la pérdida de millones de hogares porque sus propietarios no podían seguir pagando los plazos mensuales de sus hipotecas y un desempleo elevado y persistente. En ese mundo del capitalismo democrático suele haber dos corrientes generales de pensamiento sobre cómo evitar una depresión o salir de ella: la primera (vinculada sobre todo a Milton Friedman y sus discípulos) propone controlar las sumas de dinero en circulación, los tipos internacionales de cambio del dinero y los niveles de inflación y deflación en las economías nacionales. Y también reducir los impuestos a los empresarios e inversores, a quienes consideran creadores de empleo y, por tanto, guardianes de la prosperidad para la sociedad en su conjunto. La segunda (asociada fundamentalmente a John Maynard Keynes) propone una política concienzuda de aumentar las inversiones públicas para disminuir el paro y mantener una calidad técnica competitiva en periodos de recesión. Y también (y no veo que se toque casi nunca este aspecto en la prensa), pagar impuestos más altos en épocas de prosperidad para evitar el aumento constante del endeudamiento cuando llega la recesión.
Yo soy un profano y nunca presté demasiada atención a la teoría económica hasta el año 2000, pero me asombra la decisión deliberada del presidente Obama de colocar siempre la ayuda financiera a Wall Street por delante del ejemplo keynesiano del New Deal con sus inversiones en obras públicas para combatir el desempleo y, al mismo tiempo, mejorar las infraestructuras técnicas y ofrecer ayuda directa a las personas. Me asombra también, casi en la misma medida, la actitud de las autoridades bancarias europeas, que se niegan a pensar en ningún tipo de enfoque keynesiano porque temen que pueda provocar la inflación. Estudiantes y trabajadores de Irlanda y Grecia, Portugal y España, comprometeos a no gastar vuestro dinero (¿qué dinero?) en frivolidades, y quizá los banqueros piensen que se pueden invertir sumas modestas en la educación pública y la mejora de las infraestructuras como manera de restablecer la esperanza dentro de la Unión Europea.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia
Fuente: Diario El País (España). 16 de mayo del 2012.

sábado, 10 de marzo de 2012

La cooperación internacional en el Perú: antecedentes y críticas actuales.

Dejemos de mendigar

Por: Agustín Haya de la Torre

Las declaraciones de Bill Gates sobre que el Perú no debe recibir donaciones porque tiene recursos y hasta puede ser un país desarrollado, causaron cierto alboroto y rechazo.

Como suele suceder, Gates acabó demolido por su condición de empresario transnacional, insensible a la pobreza de nuestro país. Las vestiduras se rasgaron clamando que tenemos 30% de pobreza y a más de tres millones en la miseria, además de altos índices de desnutrición y mortalidad infantil.

Eso es cierto, pero el dueño de Microsoft tiene razón. Lo que se discute no es nuestro déficit social sino si nos corresponde seguir recibiendo plata regalada, aquello que en el lenguaje de la burocracia internacional se denomina “cooperación técnica no reembolsable”,

Sucede que desde hace varios años los países cooperantes y los receptores, firmaron la Declaración de París, propiciada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), a fin de establecer las pautas para el uso de la plata obsequiada por los países ricos.

Este esquema nació con el plan Marshall que permitió la reconstrucción de Europa después de la II Guerra mundial y luego se tradujo en un sistema regulado por la OCDE para canalizar las ayudas humanitarias o impulsar pequeños proyectos de desarrollo. La Declaración de París permitió ordenar procesos que se habían desperdigado y estableció criterios para que la ayuda se haga en función de las normas y el interés de los receptores. Sobre todo quedó claro que debía orientarse a países con menos de mil dólares per cápita anual, esto es a los más pobres de la tierra.

En el Perú la cooperación empezó a sistematizarse desde la recuperación de la democracia, con la creación de la Agencia Peruana de Cooperación Internacional, dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores. El propósito era poner orden en la ayuda gestionada por el estado peruano como parte de sus relaciones internacionales, ya que por ley incorpora lo donado como recurso público. Supervisar su ejecución se volvió una tarea elemental.

Cuando se reabrieron las puertas de la cooperación, el per cápita ya superaba los dos mil dólares y en la década pasó los cinco mil, por la dinámica del crecimiento. De hecho el Perú se convirtió en un país de renta media alta. Todos sus indicadores mejoraron positivamente en relación a los noventa. Incluso la cifra que cita Gates de diez mil dólares, se refiere a uno de los métodos habituales del Banco mundial, el de la paridad adquisitiva (bordeamos los 8500 dólares).

La cuestión es que ya no clasificamos para que nos regalen plata (lo que ha creado toda una sociología de la mendicidad, sobre todo entre los privados). Varios países ya han retirado sus agencias y esto obliga a racionalizar y focalizar la ayuda en la extrema pobreza. El Perú ya tiene recursos para combatir sus brechas y muy bien puede triangular esa cooperación a zonas misérrimas, como lo hacemos ya con Haití.

Fuente: Diario La Primera (Perú). Jueves 08 de marzo del 2012.

miércoles, 29 de junio de 2011

La estrategia de desarrollo de una Economía Nacional de Mercado. Propuesta de autodeterminación nacional en el manejo de la política macroeconómica: monetaria, cambiaria y fiscal.

Lo nacional en la concepción económica del nuevo Perú

Por: Félix Jiménez. Economista Ph. D. Profesor de la PUCP.

La reciente elección presidencial ha mostrado de manera descarnada la existencia de una fractura que persiste desde la fundación de la república. Somos dos países confrontados, poco integrados, que responden a un solo Estado pero no constituyen una sola Nación.

Con esta fractura que las elites empresariales y políticas que usufructuaron del poder reprodujeron en el tiempo hemos llegado a la globalización neoliberal. Nuestra mayor integración al resto del mundo ha evidenciado la profundidad de esa fractura histórica, porque la manera de crecer y acumular capital de los últimos años no ha integrado al Perú de la sierra y de la selva, no ha sido socialmente inclusivo y no ha aumentado notoriamente el nivel de vida de este lado del Perú. Su efecto directo ha sido entonces el debilitamiento de la democracia, el incremento de los conflictos sociales azuzados, además, por la política del perro del hortelano.

La globalización ha impuesto, por otro lado, la subordinación de las prioridades de inclusión e integración social, con lo cual se reproduce la heterogeneidad estructural –económica, social y política– que impide culminar la construcción de la Nación.

El papel articulador e integrador de la economía nacional de mercado

La síntesis social peruana –decía Basadre– no se ha realizado aún. “El Perú sigue siendo una serie de compartimentos estancos, de estratos superpuestos o coincidentes, con solución de continuidad. Por todo ello, el nacionalismo, que en otras partes no es necesario o, fatalmente, está superado, urge aquí. En otras partes, el nacionalismo es algo destructor; aquí debe ser constructor.

Constructor de conciencia y constructor de soluciones. En otras partes es ofensivo; aquí necesita ser defensivo. Defensivo contra el ausentismo y defensivo contra la presión extranjera, de absorción material o mental” (véase Perú: problema y posibilidad, Lima 1984, p. 6).

La estrategia de desarrollo de una Economía Nacional de Mercado constituye el sustrato económico del concepto de Nación o comunidad política territorializada. No hemos culminado la construcción de la Nación a pesar de tener cerca de dos siglos de vida republicana, porque hemos descuidado el desarrollo de mercados a lo largo y ancho del país. Por eso tenemos poblaciones rurales y nativas excluidas de la modernidad. Si algo de bueno tiene el neoliberalismo en nuestro país es haber revelado la existencia y la fuerza de estos peruanos olvidados que le han dado el triunfo a Ollanta Humala, es decir, a la opción de un cambio que prioriza el interés nacional. Los tres ejes de política (no los únicos) para desarrollar la economía nacional de mercado son: infraestructura para conectar la economía con la geografía y demografía del país; financiamiento competitivo basado en el mercado de capitales en moneda nacional; y revolución educativa e inversión en ciencia y tecnología. La creación y expansión de los mercados internos es la base para la construcción de una verdadera comunidad política territorializada e integrada social y políticamente.

Autodeterminación nacional y globalización

En el Perú el carácter nacional de la economía de mercado se debe no solo a su papel integrador, necesario para la culminación de la construcción de la Nación. Lo nacional en el desarrollo de esta economía es también una reacción de autodeterminación frente a la presión de la globalización. La pregunta que debemos responder, entonces, es ¿cómo mantener una economía abierta priorizando los intereses nacionales?

Keynes, refiriéndose a Inglaterra de 1933, decía que “el internacionalismo económico que comprende la libre movilidad de capitales y de los fondos prestables, así como de las mercancías, puede condenar a este país por una generación venidera a un grado mucho más bajo de prosperidad material que el que pudiera alcanzarse bajo un sistema diferente”. Llamaba la atención así al dilema entre la administración autónoma de la tasa de interés por la autoridad monetaria y la libre movilidad internacional de capitales. Como la libre movilidad supone la igualación de las tasas de interés domésticas e internacionales, él proponía imponer controles al movimiento de capitales para que la autoridad monetaria tenga soberanía sobre la tasa de interés.

Keynes no fue el único que proponía restricciones al movimiento de capitales. Lo hicieron también Tobin y más recientemente, en el contexto de la globalización actual, P. Davidson, J. Kregel, D. Rodrik y J. Stiglitz, para mencionar solo a los más conocidos. Lo que todos destacan es la imposibilidad de lograr simultáneamente la autodeterminación nacional y la globalización económica. Rodrik adiciona el fortalecimiento de la democracia como objetivo imposible de cumplir junto a la globalización económica.

Para Tobin (1978), “las economías nacionales y los gobiernos nacionales no son capaces de adaptarse a los movimientos masivos de fondos a través de los mercados de divisas, sin las dificultades reales y sin sacrificio significativo de los objetivos de la política económica nacional en materia de empleo, producción e inflación. En concreto, decía, la movilidad del capital financiero limita las diferencias viables entre las tasas de interés nacionales y por lo tanto restringe severamente la capacidad del banco central y el gobierno para aplicar políticas monetarias y fiscales apropiadas para sus economías internas”.

El interés nacional en la economía significa entonces desalentar los flujos especulativos de capital de corto plazo, cuya intensidad y volatilidad podría “amenazar seriamente el desempeño macroeconómico del país, especialmente mediante la reducción de la autonomía de la política monetaria”. Pero, además, como también señala Tobin, mediante su impacto negativo sobre el tipo de cambio, cuyas fluctuaciones producen alteraciones en los precios relativos y afectan la competitividad de las exportaciones.

Conclusión

La economía nacional de mercado es no solo una estrategia de construcción de la Nación sino también una propuesta de autodeterminación nacional en el manejo de la política macroeconómica: monetaria, cambiaria y fiscal.

Fuente: Diario La República (Perú). 2011 / 06 / 26.

martes, 22 de marzo de 2011

Los salarios en el Perú. La sindicalización y la negociación de mejores condiciones.

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¿Por qué son tan bajos los salarios?

Por: Humberto Campodónico (Economista)

Según el INEI, en Lima Metropolitana una persona está adecuadamente empleada si gana 745 soles al mes o más y está subempleada si gana menos de esa cantidad. ¿Cuál es la proporción entre ambas? Pues que de los 4.3 millones de la PEA ocupada de Lima, el 56.6% está adecuadamente empleado y el 43.4% está subempleado. Por tanto, una gran cantidad está subempleada, ¿no es cierto?

Esta línea divisoria tiene una fuerte dosis de arbitrariedad porque si se considerara adecuadamente empleados a los que ganan, por ejemplo, más de 1,000 soles al mes, esa cantidad disminuiría y aumentaría la cantidad de subempleados.

La cuestión de fondo es que los salarios de los limeños son sumamente bajos.

Esto lo corrobora el ingreso familiar promedio de Lima, que fue de S/. 1,141/mes en diciembre del 2010. Ojo, el “ingreso familiar promedio” se refiere al ingreso de por lo menos dos personas del hogar, lo que es diferente del ingreso personal de 745 soles.

Esta cantidad también es baja. Dice Ipsos-Apoyo que el Nivel Socio-Económico E (el más bajo) tiene un ingreso familiar promedio de S/. 730/mes y que necesitaría ganar S/. 1,350/mes para vivir. Y en el nivel D el ingreso familiar promedio es de S/. 1,030 por mes y necesitarían S/. 1,640 para vivir.

La pregunta es, entonces, ¿por qué los salarios son tan bajos? ¿Acaso la productividad de las empresas se ha estancado y eso “no da” para subir los salarios? Pues no. Dice el Marco Macroeconómico 2009-2011 del MEF (1) que la productividad aumentó de 100 a 128 del 2001 al 2007, al mismo tiempo que bajó el Costo Laboral Unitario de 100 a 78. Y esa tendencia se ha mantenido hasta hoy.

O sea que hay margen para el aumento de los bajos salarios (en Lima y en el Perú) y eso no causaría inflación porque la productividad ha aumentado.

Entonces, ¿por qué no aumentan? Una razón central es la caída de la participación sindical y, por tanto, de la capacidad de negociación salarial, como consecuencia de la legislación fujimorista, lo que se mantiene hasta hoy.

En efecto, los asalariados privados han venido aumentando, pero la cantidad de sindicalizados se ha mantenido estable, con lo cual la tasa de sindicalización ha disminuido del ya bajo 8.5% hasta la pequeñísima cifra de 4.5% en la actualidad (ver gráfico).

Por tanto, una de las vías de solución a los bajos salarios pasa por fortalecer los sindicatos. Eso mismo dice Paul Krugman en EEUU, donde en Wisconsin está en marcha una ofensiva de la derecha económica para liquidarlos:

“Si queremos una sociedad donde la prosperidad se comparta, la educación no es la (única) salida: tenemos que construir esa sociedad directamente. Debemos restaurar el poder de negociación que los sindicatos han perdido en los últimos 30 años, para que los trabajadores así como las superestrellas tengan el poder para negociar buenos salarios” (New York Times, 6/03/2011).

El problema, por tanto, no es la rigidez salarial de los “sobrecostos laborales” ni “liquidar el poder de las cúpulas sindicales” como propone la derecha económica, desde Alianza por el Gran Cambio de PPK hasta la Alianza Fujimorista. La cosa es al revés: habrá mejores salarios cuando haya más sindicatos.

(1) Ver “Los ratones del salario mínimo”, www.cristaldemira.com, 16/01/2009.

Fuente: Diario La República (Perú). Lun, 21/03/2011.

sábado, 12 de marzo de 2011

Crisis de la economía japonesa pre y post Tsunami.

El tsunami llegará a la economía japonesa

Japón recién estaba consiguiendo sobrellevar los efectos de la crisis financiera internacional de 2008 cuando se produjo la catástrofe. El impacto internacional sería limitado, aunque algunos sectores, como el de seguros, lo sufrirán con intensidad.

Por: Cristian Carrillo

El desastre natural que sufrió ayer Japón traerá para ese país un desequilibrio económico de magnitud equivalente, con impactos variados para los mercados internacionales. Las pérdidas económicas hasta el momento son incalculables, pero puede tomarse como parámetro la reconstrucción que encaró el país tras el terremoto de 1995 –de menor magnitud que el de ayer–, que demandó 100 mil millones de dólares. A esto se suma la situación previa de deflación y alto endeudamiento del gobierno nipón, que hará todavía más difícil su recuperación. A nivel mundial los primeros efectos pudieron sentirse en el precio del petróleo, que se ubicó por primera vez en varias semanas por debajo de los 100 dólares el barril. Esto se debe a que Japón es el tercer consumidor de combustibles del mundo, detrás de China y Estados Unidos. En las Bolsas mundiales los papeles más afectados fueron los vinculados con firmas aseguradoras, ante las primeras especulacones sobre los desembolsos que deberán afrontar por los daños. En Argentina no se espera una repercusión negativa directa. Incluso podría beneficiarse de la exportación de alimentos durante el lapso que lleve la reconstrucción.

Japón aporta más del 8 por ciento al producto interno bruto mundial, con lo que se mantuvo durante una década como la segunda economía más grande del planeta. Recién el año pasado fue desplazada por China. Es además la segunda economía más poderosa en términos de tecnología, después de Estados Unidos. Sin embargo, la crisis financiera internacional de 2008 inició una etapa recesiva en el país, siendo uno de los desarrollados más afectados por la caída de las inversiones y la demanda mundial de sus exportaciones. Esto último hizo peligrar su superávit comercial. Para salir de esa situación anunció en abril de 2009 un plan trienal de estímulo por 150 mil millones de dólares. Las últimas cifras difundidas daban cuenta de que esa crisis comenzaba a quedar a atrás.

El terremoto de ayer arrasó con todo. “Es un episodio catastrófico tanto desde lo humano como desde lo material. La destrucción de riqueza que produjo este hecho es inmensurable. Esto plantea una dura paradoja, dado que en términos de flujo del producto interno bruto Japón mostrará un alto nivel de crecimiento, pero sólo estará recomponiendo stock”, explicó a Página/12 el economista José Siaba Serrate. El analista especuló con que la recuperación será mucho más costosa que la encarada luego del terremoto de 1995, a lo que se suman las difíciles condiciones previas a este último desastre. “El alto endeudamiento es uno de los principales problemas que tiene Japón, debido a que mucho de lo que se destruyó era colateral (garantía) de parte de la deuda estatal y privada”, agregó Siaba Serrate.

Por ejemplo, desde viviendas hipotecadas hasta empresas que perdieron sus instalaciones pero conservan las obligaciones crediticias. Seguramente el Estado se deberá hacer cargo de saldar esos compromisos. La deuda nipona equivale a dos veces su producto interno bruto (aproximadamente 4,5 billones de dólares).

El impacto internacional también es difícil de determinar. “La situación abre un abanico de efectos, dependiendo del sector de que se trate”, opinó el especialista. “Esto es seguramente lo peor que le pudo pasar a Japón en el peor momento económico”, publicó en su sitio web el economista Nouriel Roubini, de la Escuela de Negocios Stern de Nueva York, famoso por haber pronosticado la crisis financiera de 2008. “Cuando hay un shock como este tiende a producir un debilitamiento de la actividad económica en el corto plazo”, agregó. Por ejemplo, desde el lado de la oferta, el sector automotor podría verse sacudido. Toyota, la automotriz número uno del mundo, tuvo que cerrar sus plantas de producción por daños en varias de ellas. Una situación similar sucede con Nissan y Honda. Japón también es uno de los líderes en el sector tecnológico. Sony cerró sus centros de ensamblaje. Por el lado de las demanda, la industria japonesa es sumamente dependiente de las importaciones de materias primas y combustibles. Además, importa el 60 por ciento de los alimentos que consume su población.

La primera repercusión internacional vino por el canal de la demanda. El precio del petróleo se retrotrajo en Nueva York a 99,36 dólares el barril de crudo WTI. Es la primera vez que evidencia una caída tan marcada y además se ubica por debajo de los 100 dólares luego de varias semanas de alzas producto de la inestabilidad política en Medio Oriente. La caída en el combustible estuvo vinculada con una menor demanda esperada, dado el peso de las compras niponas a nivel mundial. Se prevé que la recuperación de su parque automotor lleve algunos años, lo que derivará en un menor consumo de combustible en el corto plazo. En el sector financiero los índices accionarios de las principales plazas bursátiles evidenciaron caídas leves, aunque se desplomaron los activos del sector asegurador. Papeles de las compañías de seguros en todo el mundo sufrieron recortes en cotizaciones de entre 2,5 y 7 por ciento. De todos modos, Wall Street subió 0,5 por ciento y la Bolsa de Buenos Aires bajó apenas 0,07 por ciento, mientras que el dólar siguió sin cambios a 4,06 pesos.

Por el lado comercial, Argentina, Brasil y Perú son los principales referentes de Japón en la región. En particular, la Argentina le exporta concentrados de cobre, aluminio, granos, camarones y langostinos y mosto de uva concentrado, entre otros. Por su parte, de Japón se importan principalmente automóviles y autopartes, medicamentos y mecanismos de impresoras láser. Ese comercio bilateral arrojó el año pasado un déficit para la Argentina de 379 millones de dólares. El país importó de Japón 1191 millones de dólares y exportó 813 millones, en su mayoría (61 por ciento) en productos primarios.

Fuente: Diario Página 12 (Argentina). Sábado, 12 de marzo de 2011.

jueves, 3 de febrero de 2011

Empresas mineras, intereses estratégicos nacionales y "aliados influyentes en el gobierno". Wikileaks y el poder económico en el Perú.

WikiLeaks: Poder económico influencia al poder económico

Por: Humberto Campodónico (Economista)

Los documentos enviados en el 2005 por la Embajada de EEUU en Lima a Washington –acerca de una reunión entre los embajadores de EEUU, Reino Unido y funcionarios de las embajadas de Canadá, Suiza y Sudáfrica, con los representantes de las empresas mineras de esos países que operan en el Perú– tienen una importancia crucial pues revelan la trama secreta de las relaciones entre el poder económico internacional (las transnacionales) y el poder político de sus países (los embajadores).

Un tercer actor es el gobierno peruano, pues hacia él se dirigirán las “presiones” que se discuten en la reunión, en este caso con la ventaja de contar con “un aliado influyente en el gobierno”: Pedro Pablo Kuczynski. Desde nuestro punto de vista otros funcionarios toledistas –que no necesariamente tienen pasaporte gringo– también fueron muy buenos “aliados influyentes”.

Un cuarto actor es la sociedad civil, a través de las ONG, internacionales (Oxfam, Amigos de la Tierra) y peruanas, los partidos políticos (Patria Roja), los sindicatos (SUTEP) y las rondas campesinas (1). Es importante notar que para las empresas mineras “siempre los problemas vienen de afuera”; los campesinos son azuzados por “los políticos”; existen intereses del narcotráfico (cultivadores de opio) para que no haya actividad minera, etc.

Los “wikileaks” hacen explícito lo obvio: las embajadas defienden sus intereses nacionales. Por tanto, desnudan ante los ciudadanos de a pie que el capital “sí tiene patria” y que siguen existiendo “intereses estratégicos nacionales”, lo que quieren ocultar quienes plantean que “salvo la inversión, todo es ilusión”: por eso, ésta puede venir de donde sea y donde quiera, con todos los beneficios que le dan los “contratos-ley” blindados por la Constitución de 1993.

Si bien los embajadores le dan el apoyo general a sus empresas, tampoco se tragan todo lo que les cuentan: piden los nombres de los “malos profesores” y dicen que, ya antes, los empresarios les han dicho “de manera poco convincente que los narcotraficantes están detrás de la oposición a las actividades mineras, en un esfuerzo por conseguir nuestra ayuda”. Ojo, pestaña y ceja.

Pero la verdad monda y lironda es que existe documentación fehaciente sobre las agresiones policiales en Majaz, detrás de las cuales estuvieron funcionarios de Monterrico Metals (MM, antes que la vendieran a la china Zijin). Recordemos que el ex Embajador del Reino Unido Richard Ralph fue Presidente Ejecutivo de MM en el 2006 y 2007 (El Embajador y las malas prácticas, www.cristaldemira.com, 17/11/08). También, que la Asamblea de Accionistas de Newmont en EEUU se autocriticó sobre la actuación de Yanacocha en Cerro Quilish en el 2004.

¿Qué nuevas reuniones se estarán llevando a cabo hoy? ¿No habrá un nuevo “wikileak” que nos cuente por qué se demora tanto la renegociación para que el Lote 88 de Camisea se destine íntegramente al mercado interno?

¿Acaso los embajadores de las empresas que conforman Perú LNG (EEUU por Hunt Oil, empresa de la cual, una vez más, PPK fue asesor entre su entrada y salida de los ministerios, bajo Toledo; España, por Repsol, Corea por SK y Japón por Marubeni) habrán hablado con el Presidente de Perupetro (o alguien más arriba) para que se acepte la inadmisible prórroga de 60 días adicionales?

Puede ser que algún día lo sepamos. Pero no queda duda que el poder económico influencia al poder político mediante negociaciones secretas inadmisibles, pero que el gobierno acepta. En el Perú ese poder económico quiere perpetuar la permanencia de las industrias extractivas y del modelo primario exportador. No debemos permitirlo.

(1) No uso mi columna para fines personales, pero en este caso no puedo dejar de mencionar que estos temas son ampliamente abordados en el libro de Francisco Durand y este columnista: “Poder Empresarial y Sociedad Civil en Sudamérica, Entre el diálogo y el enfrentamiento”, ALOP, Cedal, DESCO, Oxfam, Lima, 2010.

Fuente: Diario La República (Perú). Mié, 02/02/2011.