lunes, 11 de octubre de 2010

Perú y Chile: Complementariedad y competencia en el mercado asiático.

Juntos pero no revueltos: ¿el Perú y Chile hacia Asia?

Por: Andrea Baracco

Si sólo tomáramos el 0.001% de la demanda de productos naturales y de belleza en China, contaríamos con US$4.2 millones anuales para exportar en este sector”, indica Miguel Gálvez, subgerente general de la Cámara de Comercio Peruano China (Capechi). Con ello, no sólo revela la oportunidad que significa el mercado chino para el Perú, sino que también obliga a evaluar toda estrategia que lleve a conquistar los mercados de Asia con mayor rapidez y eficiencia. Y entre esas opciones, está mirar más de cerca a los vecinos del sur. Ahora bien, ¿habrá que considerarlos cómo competidores o aliados?

Hace unas semanas, en la última reunión del Consejo Empresarial Peruano-Chileno, sus integrantes señalaron el interés en propiciar inversiones conjuntas hacia Asia, con el respaldo de empresas peruanas y chilenas. Así, fue que el presidente del capítulo chileno del Consejo Empresarial, Hernán Somerville, señaló al Diario Financiero de su país, que no hay problema en que llegue antes Perú o Chile; por el contrario, no habría competencia ya que ambos países “son perfectamente complementarios”. En ello coincide con su similar peruano, Juan Francisco Raffo.

Si bien las intenciones, son conquistar de la mano el Asia; sin duda, al igual que lo fuera EEUU en su momento, hoy China es el mercado más importante de la región, hacia el cual ambos países han enfocado esfuerzos. Tanto Perú como Chile, ya han firmado un Tratado de Libre Comercio (TLC) y un Acuerdo de Complementación Aduanera con el fin de favorecer la transparencia en la información sobre el origen y valor de las mercancías.

Algunos datos importantes

De acuerdo con el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), ambos países gozan de un trato similar de parte de China en cuanto a la uva y harina de pescado, además de contar con oportunidades en otros productos. Sólo en el caso peruano, se consideran 77 productos con potencial exportador –principalmente, relacionados con la agroindustria, pesca y madera- para el corto, mediano y largo plazo, según el Plan Operativo de China.

En el caso de Chile, China constituye el primer mercado de destino de las exportaciones chilenas, habiendo superado a EEUU en el 2008, al alcanzar los US$7,000 millones en exportaciones para ese año. Esto a pesar que, según la Dirección General de las Relaciones Económicas Internacionales (Direcon), aún quedan por definir aspectos del TLC entre Chile y China como los servicios e inversiones.

El Perú por su parte recién ha superado los US$4,000 millones en exportaciones hacia China durante el 2009, convirtiendo al país asiático en nuestro segundo destino, luego de Estados Unidos. Sin embargo, la tendencia para el mediano plazo sugiere que China sea nuestro principal destino de exportaciones, como se puede ir viendo este año, ya que intermitentemente en febrero, abril y junio, superó las exportaciones acumuladas, desplazando a EEUU.

¿En qué somos complementarios?

Si bien con Chile competimos en una oferta exportadora tanto de productos tradicionales (como la minería cuprífera) como no tradicionales (frutas y hortalizas), ¿es posible la compatibilidad de asociarnos para conquistar el lejano continente?

De acuerdo con Alfredo Ferrero, ex ministro de Comercio Exterior y socio del Estudio Navarro, Ferrero y Pazos, existe tanto una complementariedad como competencia. “Desde el punto de vista de las alianzas hacia el Asia-Pacífico, hay que mencionar que este mercado es tan grande que hay espacio para ambos”, agrega. De hecho Gálvez, de Capechi, confirma que anteriormente se han tenido estás intenciones para trabajar en equipo a través de la Comunidad Andina (Can). Así fue que se conoció, desde entonces, que Chile (a pesar de no ser miembro de la Can) era uno de los países que se veía más interesado y daba más apertura a una alianza en el mediano plazo.

Es importante señalar a favor de la complementariedad que Chile entró antes al Foro de Cooperación Asia Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés) y al proceso de apertura comercial, consolidando a la fecha acuerdos no solo con China, sino Corea, Japón y el P4 donde están Brunei y Singapur, además de probablemente cerrar próximamente un acuerdo con Malasia. Esto le daría a Chile un mayor expertise, desarrollo de contactos y redes de negocio e inteligencia comerciales en Asia.

“Lo más importante es aprovechar la información especializada, la inteligencia de mercados hacia Asia”, resalta Gálvez recalcando la importancia de la buena información para establecer cualquier negocio. Así, al igual de lo que se ha propuesto con Ecuador para la instalación de oficinas comerciales binacionales (en la última visita de su mandatario, Rafael Correa) en destinos comercial del exterior, desarrollar esas entidades binacionales con nuestros pares chilenos podría ser una interesante táctica dentro de la estrategia de profundizar en los mercados orientales.

Actualmente, el Perú sólo cuenta con oficinas comerciales en Shangai y Beijing, de las cuales, según Capechi, gran parte de la información comercial no es disponible más que para la Cancillería

¿Qué podría aportar el Perú a este joint venture? Sus ventajas naturales como una mayor afinidad cultural con el Asia, lo cual favorece los negocios con ésta o el ser una salida natural hacia el Pacífico para las exportaciones de Brasil. Nuevamente, sobre este punto, la dotación de infraestructura (en este caso, las IIRSA) resulta esencial para ofrecer la mayor conectividad con el vecino comercial carioca. Es importante señalar además que el Perú es el principal destino de las inversiones de empresas chinas en América Latina, según señaló Jiang Yaoping, viceministro chino de Comercio, en el Foro de Promoción de Inversiones y Comercio Perú-China 2010.

Pero así como las complementaridades, debemos tener bien claros nuestos espacios de compentencia. “A pesar tener objetivos en común con Chile, no se debe dejar de aprovechar las ventajas naturales y metas propias del Perú. No debemos de dejar de consolidarnos como el puerto más importante del Pacífico Sur hacia Asia”, enfatiza Ferrero. De ahí que la concesión de puertos estratégicos como el Muelle Norte en el Callao, sean decisivos para llevar a cabo este plan de infraestructura en marcha. Chile persigue este objetivo, y la competencia entre nuestros puertos y los suyos será cada vez más saltante. De darse el caso de entrar de la mano al mercado asiático, será un interesante reto hilar bien fino en la colaboración para que en el resultado final ganemos todos.

Fuente: Semana Económica. 06 Jul 2010.

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miércoles, 6 de octubre de 2010

Guerras comerciales y devaluaciones competitivas. La nueva geografía económica mundial.

Hegemonía económica y guerras comerciales

Por: Humberto Campodónico (Economista)

Hace unos días el Ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, dijo que había comenzado una guerra monetaria internacional pues muchos gobiernos –entre ellos Japón, Corea del Sur y Taiwán– estaban impulsando la devaluación de sus monedas para aumentar la competitividad de sus exportaciones.

De su lado, EEUU presiona para que China revalúe el renminbi, lo que equivale a una devaluación del dólar. De hecho, hace algunos días, el Senado de EEUU aprobó una ley que contempla prohibiciones inmediatas a la importación de una gran variedad de productos chinos a EEUU. Según Martin Wolf, del Financial Times, esto siempre sucede “en eras de demanda declinante” (www.ft.com, Una nueva era de “mendigar al vecino”, 28/9/10).

Estas guerras monetarias y comerciales tienen diversas explicaciones. Una de ellas está ligada a los cambios en la hegemonía económica y política mundial, proceso que puede tardar muchos años, y hasta décadas. Sucedió cuando, a principios del Siglo XX se agotaba el “patrón oro”, impulsado sobre todo por la hegemónica Inglaterra.

Sucedió, también, en los años 30 cuando hubo ausencia de potencia hegemónica, pues varios países luchaban para ocuparlo. Allí comenzaron las devaluaciones competitivas: un país devaluaba su moneda para exportar más a su vecino, política inmediatamente imitada por ese mismo vecino, lo que llevaba a sucesivas devaluaciones en todos los países, como en un juego de dominó.

Cuando EEUU emergió como la potencia hegemónica después de la II Guerra Mundial, los acuerdos de Bretton Woods de 1944 consagraron al dólar como la moneda mundial de reserva con un valor fijo (US$ 35 por onza de oro). La reconstrucción de la posguerrra llevó a la recuperación de Europa (sobre todo, Alemania) y Japón, lo que impactó en la hegemonía USA. Por eso, en 1971 Nixon devaluó el dólar. De allí en adelante se pasó a un sistema de tipos de cambio flotantes, que dura hasta hoy.

En 1985, cuando la fortaleza del dólar (y las altas tasas de interés en EEUU) llevaron a su “apreciación excesiva”, el Grupo de los 7 acordó –bajo presión de EEUU– una “devaluación ordenada” del dólar, lo que aconteció en los Acuerdos del Hotel Plaza, que fueron remarcados dos años después por los Acuerdos del Louvre. Así, por ejemplo, el dólar pasó de 3.5 a 2 marcos por dólar de 1985 a 1990.

La diferencia entre 1985 y el 2010 es que la geografía económica mundial ha cambiado y la hegemonía productiva –y comercial– de EEUU ha disminuido aún más. Nuevos actores como China, los países del sudeste asiático y Brasil surgen como potencias productivas y exportadoras (son las nuevas “fábricas” mundiales), lo que se traduce en ingentes superávits comerciales que se agregan a los de Alemania y Japón.

Ese es el telón de fondo de las actuales guerras monetarias que están ya a la orden del día. Los analistas económicos hablan de un nuevo “Acuerdo Plaza”, pero no se ponen de acuerdo sobre la agenda. El Jefe del FMI, Dominique Strauss Kahn, acaba de decir que “está circulando la idea de que las guerras comerciales pueden ser usadas como un arma política. Llevada a la acción, esa idea representa un riesgo muy serio para la recuperación de la economía global y tendría un impacto de largo plazo muy negativo” (Financial Times, 5/10/10).

En verdad de lo que se trata es de una (solo una) de las manifestaciones de la crisis sistémica que afecta el aparato productivo de la economía mundial. Comenzó con la crisis de las hipotecas “subprime”, luego el “estímulo fiscal” aumentó los déficits y la deuda, lo que ha sido enfrentado con políticas de ajuste fiscal, recesivas, que llevan a las “eras de la demanda declinante” y, por tanto, a las guerras comerciales y las devaluaciones competitivas. Veremos qué pasa.

Fuente: Diario La República. Mié, 06/10/2010.