jueves, 9 de diciembre de 2010

La Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) Vs. La Estrategia de Promoción de Exportaciones (EPE).


Rodrik, Porter y Cade: Competitividad y estrategia de desarrollo (II)

Por: Félix Jiménez
Economista Ph. D. Profesor de la PUCP.

Rodrik y Porter privilegian el mercado externo sobre el interno. Sitúan la fuente de demanda en el exterior. Sus estrategias, como la de la CEPAL, no incluyen la generación de un circuito nacional de demanda.

Sustitución de importaciones y promoción de exportaciones

La estrategia cepalina de industrialización por sustitución de importaciones (ISI), con protección del mercado interno, era lógicamente incompleta: hacía énfasis en la construcción de una oferta industrial diversificada, pero no explicaba la fuente ni el tamaño de la demanda interna. Su agotamiento y crisis en los años 1970 no condujo a superar esta carencia sino a mirar hacia los mercados externos.

Por esos años, Corea, Taiwán, Singapur y Hong Kong adoptaron la Estrategia de Promoción de Exportaciones (EPE) que consistía en sustituir importaciones, pero para una demanda bien identificada: la de Estados Unidos. El Estado dirigía la inversión hacia la construcción de capacidad productiva industrial para una específica demanda internacional y no para el consumo interno. Esta estrategia incluía: apertura con Estados Unidos; difusión y transferencia de tecnología; inversión extranjera directa, principalmente de Estados Unidos; alta acumulación de ahorro e inversión (bajo consumo privado); inversión en capital humano; y, por supuesto, ninguna preocupación por la distribución del ingreso. La estrategia fue impuesta por gobiernos dictatoriales, con una modalidad empresarial mixta.

Promoción de exportaciones y Consenso de Washington

En los años 1990 la estrategia EPE se incorporó a las políticas del Consenso de Washington, agregándole los tratados comerciales para concentrar las ventas en determinados mercados externos (Estados Unidos y/o países de la OCDE). Hoy los países subdesarrollados compiten entre sí por estos mercados, desmantelando los estándares regulatorios del mercado de trabajo, de los regímenes tributarios y del medio ambiente, con un Estado más subsidiario que interventor.

Hubo matices en su aplicación. Los países de tamaño pequeño (como Irlanda, Portugal, Chile, Nueva Zelanda y Finlandia) abrieron sus mercados para especializarse e integrarse a la economía mundial mediante el impulso de sus exportaciones. En el lado opuesto están China e India que efectuaron reformas con énfasis en su sector exportador, pero sin descuidar el desarrollo de sus mercados internos.

La crisis de la estrategia exportadora

La estrategia EPE no es aplicable a escala global. La aparición de China reveló su fragilidad: desplazó del mercado de EEUU a los cuatro tigres asiáticos y a Japón. La participación de los cuatro tigres se redujo de 15.4% que alcanzó en 1988 hasta el nivel que registró en los 1970 (9.4%).

Igual suerte correrán los países subdesarrollados: unos ganarán participación a costa de otros. Pero, mientras compiten entre sí por una porción de demanda de los países industrializados, estos últimos optan por crecer exportando a costa de la demanda interna de «sus vecinos». Por lo tanto, los países subdesarrollados no pueden mejorar sus estándares regulatorios sin perder competitividad con sus pares, ni pueden expandir sus mercados internos por la penetración de las exportaciones de los países industrializados. En esta era de la globalización, el desarrollo y el subdesarrollo siguen siendo las dos caras de una misma moneda.

Fuente: Diario La República (Perú). Jue, 09/12/2010.

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Modelo primario exportador, reindustrialización e intervencionismo.

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