domingo, 23 de enero de 2011

Modalidades del Capitalismo: Oligárquico, Gerencial o de Grandes Empresas, de Estado y de Emprendedores.

¿Capitalismo oligárquico y transnacional?

Por: Germán Alarco Tosoni. Investigador CENTRUM Católica

La discusión sobre la naturaleza del capitalismo peruano no es trivial, menos aún en esta coyuntura. Las particularidades del modo de producción son útiles para explicar su forma de operación, sus márgenes de maniobra y las posibilidades de reacción ante señales económicas. Existen diferentes tipos de capitalismo. En esta oportunidad utilizamos la taxonomía de los profesores estadounidenses Baumol, Litan y Schramm, quienes publicaron en el 2007 un libro sobre el capitalismo bueno y malo, en el que distinguen cuatro modalidades principales: el oligárquico, el gerencial o dominado por grandes empresas, de Estado y de emprendedores. En un país cualquiera coexisten los diferentes modelos, aunque la predominancia de uno sobre otro explicaría por qué el capitalismo es más o menos dinámico e irradiaría beneficios a núcleos importantes de la población.

Modalidades empresariales

El capitalismo oligárquico existe cuando el poder y el dinero están muy concentrados en unas cuantas personas, sean estas nacionales o extranjeras. Es la peor forma de capitalismo, ya que estos maximizan exclusivamente sus ingresos y riquezas, agravando la desigualdad y contribuyendo marginalmente al crecimiento. El capitalismo dirigido por el Estado –dicen los autores– puede ser exitoso, como ocurrió en los países asiáticos, pero enfrenta riesgos en las limitadas capacidades de los funcionarios públicos. El capitalismo de las grandes empresas también ha sido positivo, pero estas son reacias a tomar riesgos, a innovar y a invertir creando nuevas oportunidades de negocios. En cambio, el capitalismo emprendedor está compuesto por emprendedores radicales o muchas valiosas empresas que generan y son motores del crecimiento.

Estructura nacional

El elemento básico de la clasificación anterior es la estructura de propiedad que implica una dinámica y un comportamiento particulares. Campodónico (2010), a partir de la clasificación de Fitzgerald, muestra que la participación del capital extranjero como porcentaje en la generación del PBI representó el 10% en 1950, 22% al inicio del Gobierno Militar en 1968 y 28% en el 2000. Con información del Perú Top 10,000 Companies (2010) esta ascendería a 30.6% del PBI durante el 2008, aunque en el 2007 fue equivalente al 34.5% del PBI. La mayor presencia del capital extranjero tiene como contrapartida una menor presencia del capital nacional que redujo su participación del 43% del PBI en 1950 a menos del 28% en el 2000. Con la nueva información al 2007, el sector empresarial nacional solo generaría entre el 24% y 25% del PBI. Obviamente, si se suma el sector informal (no empresarial), su participación sería ligeramente menor al 60%, más una presencia estatal entre el 5% y 6% del producto.

La predominancia del capital extranjero es una forma de capitalismo oligárquico, ya que el control de los medios de producción está en pocas manos. Para el país no es relevante que la empresa sea cerrada o de capital abierto; lo que importa es que está en manos de accionistas foráneos. No existe información sobre la concentración de la propiedad en manos de los capitalistas nacionales, ni de su dispersión. Sin embargo, a pesar de que se ha incrementado el número de nacionales que participan en el capital de las empresas que operan en la Bolsa de Valores de Lima (BVL), no es evidente que los accionistas principales hayan perdido control de sus respectivas empresas. Asimismo, este capitalismo en pocas manos se refleja en que el número de empresas listadas en la BVL es menor ahora que antes. En el 2008 había solo 199 empresas, respecto de 230 en el 2000 (Banco Mundial, WDI, 2009).

La segunda modalidad nacional es el capitalismo gerencial o de grandes empresas. Maximixe (2010) estimó los niveles de concentración en las principales ramas de la manufactura, a cargo de grandes empresas. La concentración es alta en cerveza, jabones, industria avícola, harinera, aceites, cemento y otras como el transporte aéreo y el sector financiero. Solo las actividades concentradas de la manufactura generan alrededor del 12% de la canasta de bienes de consumo, con los riesgos consiguientes. Por último, tanto el capitalismo de Estado como de emprendedores son marginales. La actividad emprendedora, tan importante en los noventas (De Althaus, 2007), ahora sería menos dinámica que antes como resultado de la crisis económica internacional y la apreciación del sol.

Mejores prácticas y buen capitalismo

La clasificación comentada tiene sus problemas, pero puede ser útil al Perú. De acuerdo con una visión ortodoxa, nuestras posibilidades de alcanzar el “capitalismo bueno” son menores. Más que de innovaciones, en el medio se lee sobre mayores precios y menores remuneraciones reales. Las decisiones económicas básicas de qué, cómo y para quién producir se realizan principalmente desde afuera. Los elementos tradicionales de los precios relativos y las infinitas posibilidades de producción y consumo son más teoría que realidad.

Son muy pocas las empresas peruanas que innovan y operan con las mejores y más modernas prácticas empresariales. Para America’s Best Plants de IW, no solo hay que esmerarse en los temas tradicionales de la calidad, clientes, tecnologías, flexibilidad, optimización de inventarios, desarrollo de nuevos productos y procesos, mantenimiento, seguridad y medio ambiente, capacitación, productividad y costos. Es fundamental que los trabajadores participen cada vez en la toma de decisiones, que ganen más; que los precios decrezcan en lugar de aumentar, acompañados de una reducción aún mayor en los costos. Si de capitalismo se trata, este es el que deberíamos procurar alcanzar.

Fuente: Diario La República (Perú). Dom, 23/01/2011.

lunes, 3 de enero de 2011

Balance económico peruano del 2010. Crecimiento y desigualdad.

Este año que se va

Por: Humberto Campodónico (Economista)

En el 2010 se retomó el crecimiento económico y el PBI crecerá más de 8%. El déficit fiscal es moderado (1% del PBI) y la inflación será del 2%). La inversión privada ha vuelto a crecer (llegará al 24% del PBI) y la inversión pública se mantendrá en niveles altos (6% del PBI, versus 5.3% del 2010).

Las reservas internacionales del BCR están por encima de los US$ 44,000 millones y la posición de cambio (descontadas las obligaciones a terceros) supera los US$ 32,000 millones, monto que debiera servir para parar cualquier ataque especulativo contra el sol (ahora que las tasas de interés en EEUU y Europa están cerca de cero). La balanza comercial sigue en positivo, no así la cuenta corriente de la balanza de pagos (debido, sobre todo, a los pagos de utilidades al extranjero).

En resumen, como hace ya varios años, las cuentas macro en el Perú van bien. Pero apenas comienza el análisis acerca, de un lado, de la sostenibilidad de este crecimiento y, de otro, de la repartición –adecuada o no– de los frutos de este crecimiento, aparecen los problemas.

Así, una parte importante del crecimiento de las exportaciones se sustenta en el enorme aumento de los precios de las materias primas, sobre todo el cobre y el oro. Los ingresos generados por estos precios aumentan la recaudación tributaria (aunque no a los niveles que corresponden, para lo que es necesario un impuesto a las sobreganancias) y proveen de dólares abundantes a la economía peruana, revaluando el sol, lo que, a su vez, permite importaciones baratas y el aumento del consumo.

Pero este crecimiento no es sostenible, porque los “países emergentes” no van a continuar para siempre con sus altas tasas. Y, cuando se analiza la distribución del ingreso, sobran las cifras para decirnos que –si bien hay reducción de la pobreza, sobre todo en zonas costeñas urbanas– la participación de la masa salarial en el PBI ha descendido y que los niveles de pobreza calórica aumentan en vez de disminuir.

De la misma forma, seguimos mal en la inversión en capital humano (los tests PISA en educación dicen que somos los penúltimos de la región) y también en ciencia y tecnología (solo se invierte el 0.18% del PBI, en comparación al 0.7% de la región). Así no podremos dar el salto a la diversificación productiva que exige la competitividad, propiciando inversiones en sectores con mayor valor agregado y empleo de calidad.

Junto a problemas de sostenibilidad y de distribución del ingreso, sigue vigente en el Perú la “privatización del Estado” impulsada por las obsoletas tesis economicistas del Consenso de Washington con el dogma del “libre mercado”. Es por eso que no se ha avanzado nada en la Reforma del Estado (homologación de sueldos y ascensos por méritos) y, por el contrario, se sigue proponiendo “populistamente” una disminución de sueldos. Es prioritario avanzar ya hacia una nueva relación entre mercado y Estado.

Esta privatización del Estado influye, también, en la política energética (el gas se va al extranjero y no se abastece la integridad de la demanda interna; Petroperú está en nada), política agraria (concentración de tierras) y desarrollo portuario (Paita y privatización del Muelle Norte). No se entiende que la globalización no hace desaparecer los intereses nacionales sino que, por el contrario, se generan nuevos espacios de correlaciones de fuerzas (energía, agua, Amazonía, preservación del medio ambiente).

Un comentario final: sabemos de los “avances” del narcotráfico y la corrupción que poco a poco vienen corroyendo las instituciones del Estado, incluido el Poder Judicial. Si esta especie de “sentido común” bizarro (“todo vale”) continuara su marcha ascendente, no hay tasa de crecimiento económico alguno que pueda funcionar, pues la economía y la política no son compartimientos estancos, como lo demostró el corrupto régimen fujimontesinista. Todos estamos avisados.

Fuente: Diario La República (Perú). Lun, 27/12/2010.